jueves, 17 de diciembre de 2015

Pedro, la Izquierda y los símbolos de España.


La carrera hacia La Moncloa ha comenzado en medio de una inmensa revolución alentada por nuevas organizaciones políticas, y asumida por los partidos tradicionales que han dominado el escenario político español desde la llegada de la democracia, con una gran fuerza renovadora cargada de esperanza y una batería de buenas propuestas. 


Los socialistas tenemos candidato a presidir el Gobierno de la Nación: Pedro Sanchez Pérez-Castejón, quien habiendo obtenido el favor de la militancia en las urnas en las primeras elecciones primarias donde la fórmula #1militante1voto se puso en marcha, ha cumplido recientemente un año como cabeza de todos los socialistas españoles, apuntalado por un gran equipo de hombres y mujeres que representan la renovación de un partido centenario como lo es el PSOE, sustentado por las bases de nuestra organización que le han avalado sobradamente, y con el apoyo de muchos ciudadanos y ciudadanas que quieren experimentar una nueva transición política, vinculada a unos renovados presupuestos y a unas reglas del juego diferentes a los hasta ahora implementados. 

Pedro Sanchez, con su oposición responsable, encarna ese deseo de cambio tranquilo y seguro que anhela toda una sociedad magullada por los golpes bajos al Estado del Bienestar y a su propia dignidad perpetrados por la nefasta administración de los populares al frente del gobierno en estos cuatro años de recortes, mentiras, promesas incumplidas, corrupción y desaliento. 

La proclamación del líder socialista fue una magnifica puesta en escena de todo aquello que representa a una mayoría social que busca la unidad y nunca el rompimiento o la quiebra absoluta del sistema, sino más bien la transformación de este hasta llegar a convertirlo en un sistema que esté siempre al servicio de los ciudadanos y de las ciudadanas. Un sistema que no se vea afectado por los caprichos de los poderosos y que no vuelva a dejar a sus miembros más vulnerables excluidos, expropiados de sus casas, desprotegidos o exiliados forzosamente. 

Recuperar la bandera constitucional como símbolo de unidad de todas las sensibilidades que conforman la gran Nación de Naciones que es España es una apuesta valiente que no debe despertar recelos en la izquierda. 

Los símbolos son patrimonio de toda la sociedad, no sólo de quienes han pretendido apropiarse de ellos. Por tanto, no debemos permitir bajo ningún concepto que aquellos que no han hecho otra cosa que atropellar esas sensibilidades existentes en los diversos puntos de nuestro país, los que han querido borrar nuestra historia y a nuestros muertos, triunfen nuevamente por miedos que a estas alturas deberíamos ya haber superado. 

La transición a la democracia necesitó de una gran responsabilidad por parte de los líderes que la compusieron. Exigió un alto grado de generosidad con el fin de reconciliar a la gran familia que, independientemente de la ideología a la que se apunten sus miembros, ha de ser protegida siempre bajo los principios de la Constitución que nos hemos dado. Una Constitución que es susceptible de ser mejorada, por supuesto, con el fin de ampliar la protección y el reconocimiento de derechos a todas y a todos los que formamos parte de esta gran familia. 

Enarbolar la bandera constitucional española no es renunciar a los principios republicanos que son la esencia misma de nuestra organización política. El PSOE sigue siendo republicano y demócrata, y como tal defiende el modelo de Estado que mayoritariamente y de forma democrática ha decidido darse la sociedad para la que trabaja. 

La Rojigualda, que representa al conjunto de España desde el siglo XVIII y que fue, además, el Pabellón Nacional durante la Primera República, ha de ser ese símbolo que sume los sentimientos de una España federal y diversa, feminista, laica, protectora de la universalidad de la educación y de la sanidad públicas para todas y todos; la representación de un sistema participativo y abierto donde nuestra voz no sea únicamente tomada en cuenta en el momento en el que tengamos que enfrentarnos a las urnas. 

La bandera española ha de ser el símbolo de la trasparencia, de la lucha contra la corrupción y el saqueo de los mercados; el símbolo de la decencia, la protección de nuestros mayores, de las personas con capacidades diferentes, de aquellos y aquellas que aman a sus iguales, de la lucha contra el maltrato a las mujeres y la defensa a ultranza de su igualdad salarial y efectiva ante los varones que hemos dominado durante siglos a sangre y fuego. 

Los símbolos han de estar siempre en alto para posicionarse frente al terror y destruirlo, defendiendo la libertad de todas y de todos, pero pendientes siempre de que un hermano no vuelva a empuñar un arma para eliminar al otro. 

En estos momentos de cambios profundos el PSOE ha hecho una apuesta por quitar la negatividad a una idea y devolverla a la sociedad cargada de positivismo y esperanza, a la vez que nos defendemos, por un lado, de los ataques injustificados de una nueva derecha edulcorada, pero que no deja de ser la misma de siempre: rancia y antisocial; y por el otro, de una izquierda carroñera que pretende cadaverizarnos para comerse hasta nuestros huesos, reivindicando las mismas cosas que nosotros pusimos en marcha, pretendiendo confundir, mentir, engañar vilmente a los ciudadanos y ciudadanas para quedarse con nuestros apoyos. 

¡Pero no van a poder! Los socialistas tenemos el corazón henchido de orgullo por todos estos años de buenas acciones en favor de la mayoría social, de los grupos vulnerables y de la buena política. 

El tiempo nuevo que se abre es consecuencia, también, de los errores del pasado, lo sabemos muy bien, y ya hemos pagado con creces nuestras meteduras de pata. Hemos hecho una profunda autocrítica. Ahora nos toca levantar la cabeza con ese orgullo que nos caracteriza para defender todo lo que hemos ayudado a construir los socialistas en estos más de 130 años de vida. 

Hemos de sentirnos orgullosos y orgullosas de haber contribuido a la transformación de toda una sociedad y de haber hecho de España un país más libre, más democrático, más tolerante y a la vanguardia siempre de los cambios sociales que reclamamos desde el pueblo. 

La historia de España no se entendería sin el Partido Socialista Obrero Español. Por eso, hoy damos un paso al frente y proponemos la consecución de esa nueva transición que nos devuelva a la senda del progreso y recupere nuestros derechos y nuestras libertades. 

Pedro Sánchez representa a una nueva generación de socialistas que queremos construir, sumar y repartir bienestar y justicia a partes iguales, pero nunca dividir. Pedro es ese Presidente para la Mayoría que necesita la España del siglo XXI. 


@AminArias

sábado, 12 de diciembre de 2015

El alma de Consuelo.

Consuelo Cruz Arboleda es el nombre tras una larguísima trayectoria de lucha y compromiso social. Es el alma que representa a todo un proyecto fraguado durante años por muchos hombres y mujeres progresistas que se han entregado por hacer valer sus derechos y reivindicaciones. 

Nació con la estrella de las lideresas que lo dan todo por la causa, y bendecida por el aura de sus ancestros afro, esos que supieron darlo todo y más en su batalla incansable por el reconocimientos de sus derechos, por su dignidad como seres humanos, haciendo suyas las luchas por los derechos de los demás. 

Consuelo no es sólo un nombre que da esperanza a tanta gente que creemos que un mundo mejor es posible, que llega el momento definitivo para acabar con la discriminacion y el apartheid silencioso que separa a las personas por etnias y que las convierte en robots programados llenos de prejuicios, cargados de racismo y amasados por la xenofobia.  

Mi amiga, hermana y mentora Consuelo es el compromiso hecho mujer. Su trabajo de años dentro de los movimientos sociales la avalan. Su defensa a ultranza de los derechos de las mujeres se explican, por ejemplo, en las distintas organizaciones de las que es miembro, así como por su papel protagónico en la fundación de la Asociación DIASPORA'S, a través de la cual ha organizado importantísimos congresos internacionales como los Encuentros Internacionales de Mujeres Afro que han tenido como escenario a Colombia y España; y de igual forma, su participación activa en la defensa de las comunidades afrodescendientes en República Dominicana, Panamá, Centro y Suramérica y gran parte de Europa. 

Su inclusión en las listas del PSOE como candidata al Congreso de los Diputados por Madrid es una apuesta valiente del partido que más se parece a España por hacer efectiva la visibilidad de nuestra diversidad como país. Es sin duda un hito histórico al ser ella la primera mujer negra de origen extranjero que representa a una organización política en la casa de la democracia. 

Diez años lleva Consuelo coordinando el Grupo Federal Afrosocialista, entidad surgida bajo el paraguas del más grande activista social de los últimos tiempos con que contamos los socialistas y todo el pueblo español: Pedro Zerolo. 

Distinguida en muchos sitios por su gran labor en contra de flagelos como la siempre odiosa ablación genital femenina, la defensa de los espacios de representación de las minorías étnias y su compromiso indiscutible por llevar socialismo a todas partes, como nos enseñara el fundador de nuestro partido, Don Pablo Iglesias Posse. 

Hablar de Consuelo Cruz Arboleda es hablar con mayúsculas de lucha. Es hablar de inspiración. Es ciertamente decir aliento. Una mujer que se ha superpuesto a todas las adversidades que le puso la vida por su condición de mujer, extranjera y negra. 

Mi hermana, amiga y mentora Consuelo es mucho más cosas, es alma. El alma de los que lo dan todo por la causa. 

lunes, 9 de noviembre de 2015

CATALUÑA DESCONECTADA


Soy un firme defensor del Derecho de Autodeterminación de los Pueblos. Creo que las sociedades, sus ciudadanos, tienen derecho a decidir su propio futuro. Sin embargo, ese Derecho está perfectamente entendido por la Comunidad Internacional como aplicable a aquellas naciones que sufren la opresión, la ocupación por parte de una potencia o país extranjero o por aquellos lugares que viven en un sistema colonial que afecta a sus derechos básicos. 

Cataluña no está oprimida, ni ha sido ocupada ni mucho menos se encuentra en un estado de indefensión que le convierta en una colonia. Mas bien es una Nación (creo firmemente que es una Nación como Euskadi o Galiza porque tienen elementos particulares que así lo determinan) que, de manera democrática, votando también positivamente en favor de la Constitución de 1978 y que ha votado libremente dos Estatutos de Autonomía, en los que se reconoce su particularidad, ha formado parte del gran proyecto de España. 

Esa España PLURINACIONAL que algunos se resisten a ver es la que debemos defender. Una España verdaderamente FEDERAL, como proponemos los socialistas. Una NACIÓN DE NACIONES en la que no existan armas arrojadizas contra unos ni contra otros. Una España basada en el respeto y la solidadaridad como dice nuestra Constitución. Una España en la que sea respetada la voluntad del pueblo, que algunos ahora olvidan que fue conculcada con la nefasta decisión del Tribunal Constitucional de cercenar el Estatut de Autonomía que había salido del Parlament, que fuera aprobado mediante referendum por el pueblo catalán y que posteriormente nuestras Cortes Generales ratificaron como válido. Ahí está uno de los orígenes del problema, en que nos escandalizamos cuando Catalunya o Euskadi piden algo, pero se lo permitimos a otras Comunidades Autónomas. No tiene explicación. 

Ese recurso contra el Estatuto catalán por parte del PP fue una barbaridad. Ahora estamos pagando las consecuencias. Igualmente las ganas de los gobernantes catalanes de esconder sus dañinas prácticas corruptas, la pobreza a la que han llevado a la región y sus incongruencias manifiestas, nos llevan a una huída hacia adelante que no respalda nadie en todo el orbe. Ni siquiera los mismos  catalanes quienes mayoritariamente han dicho en las urnas que NO QUIEREN una "desconexión" con España. 

La maldita Ley Electoral hace los estragos que hoy convierten esa voluntad popular en nula porque algunos quieren secuestrar la voluntad mayoritaria. Los autonomistas y los federalistas somos más que los independentistas. La solución es que el Gobierno de España deje de atacar a los catalanes y atienda a sus peticiones de un nuevo encaje en la Nación española. 

La Ley es la ley y hay que respetarla por encima de todo. Pero las leyes pueden ser modificadas por la voluntad popular. Por lo que es necesario escuchar el clamor del pueblo y ampliar las miras. Si hay que hacer referendum como en Quebec o Escocia pues que se haga, no entiendo cual es el miedo. Las encuestas dicen que la secesión no gana. 

A Rajoy y a los demás líderes españoles les pido humildemente que no se conviertan en unos nuevos Fernando VII, por cualpa de quién se abolió la Constitición de Cádiz de 1812 y se acabó con aquel gran proyecto federalista que hacía de España una gran nación al dar estatus de autonomía a los antiguos virreinatos y capitanías generales de la América Latina. Cuando el Rey se cerró en banda TODAS las antiguas colonias se independizaron. Esperemos que llegue el momento del diálogo para no perder también a Cataluña.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Sobre mi cama

Quédate a dormir sobre mi cama 
Aunque la luz de la mañana te despierte con su prima caricia,
Aunque mi brazo deje de rodear tu cintura en plena madrugada
O cuando dejes de sentir por momentos el aire que refresca tu nuca. 
Quédate a dormir sobre mi cama porque quiero ver tu cuerpo entero,
Recorrerlo con mis ojos de pasión inyectos
Y de nuevo, sin tormentos, poseerlo. 

viernes, 14 de agosto de 2015

Marte(s).

Como el dios de la guerra, siempre encendidos. 
Así pasamos los días en estas cuatro paredes. 
Encerrados en nuestros complejos y almidonados por kilos de orgullo y recelo. 
No esperabas mas que un te quiero, pero mi boca no separaba mis labios, y mi corazón ardía de rabia al verte tumbado en la cama
Impasible, esperando.

Como Marte, siempre en guerra. 
Y levantábamos nuestras armas y la pasión las derrumbaba. 
Y la pelea acababa con los dos cuerpos, nuestras legiones sudorosas y agitadas. 
Siempre en guerra... 
Hasta que una bomba atómica lo destrozo todo y dejó el campo sin hiervas una mañana de un Martes.

jueves, 13 de agosto de 2015

Homo.

     La palabra homo nos viene del idioma latín y significa hombre. Su sentido ideal es el de "igual", "semejante". De ella se derivan palabras como "homogéneo" y "homosexualidad", esta última que viene a dar nombre a la manifestación de amor entre dos hombres. 

Esa manifestación de afectos, de sentimientos no tiene, necesariamente, que estar ligada a una relación sexual propiamente dicha. Para que nos entendamos, ser homosexual significa que quien lo es tiene la capacidad de sentir mariposas en el estomago por alguien de su mismo sexo, aunque eso no comporte que se lo lleve a la cama.

Habitualmente mucha gente relaciona el sentimiento homosexual con tener sexo. Puede tener que ver o no, porque al igual que entre los heterosexuales hay personas que jamás se han acostado (ni lo harán) con una persona del sexo contrario, de igual forma dentro de la comunidad LGTB se da lo mismo. 

En cualquier caso ese no es el objetivo de esta entrada. Aquí lo que pretendo es dar respuesta a una interrogante que surge de manera recurrente entre las personas que, entendiendo o no lo que sentimos, siempre se muestran incrédulas y perdidas.

La pregunta "¿cuando te diste cuenta de que eras gay?" es un clásico dentro del mundo de los heterosexuales que quieren comprender la homosexualidad. 

Me parece absolutamente necesario responderla diciendo que los que amamos a personas de nuestro mismo sexo no es que lleguemos a un momento en el que "descubrimos" que somos gays. Eso lo sabemos desde siempre. Saberse gay no es algo que se nos desvele en un momento determinado, a una edad determinada o por alguna circunstancia específica. Siempre lo hemos sabido al igual que una persona heterosexual sabe que es heterosexual, que siente cosas por otra persona del sexo contrario. Lo que pasa es que no le ponemos nombre, sólo sentimos y punto. Las nomenclaturas y las diferenciaciones las ponen otros que nos obligan a aprenderlas. 

Ellos lo saben y nosotros también lo sabemos. Pero a nadie se le ocurre preguntarle a un heterosexual "¿cuando te diste cuenta de que eras heterosexual?". Se tiene por asumido, se sobreentiende y nadie se cuestiona el por qué. 

¿Dónde está, a mi juicio, la diferencia? Precisamente en ese "sobreentendimiento" de que todos nacemos heterosexuales. ¡Y nada más lejos de la realidad! 

Y entonces ¿por qué hay un momento en el que "salimos del armario"? Pues porque allí nos han metido. Allí nos encerraron desde niños y limitaron nuestra libertad enseñándonos que ser gay es malo, que es un pecado, que no es correcto. Entonces nuestro sentido de auto-protección nos creó una capa dura, impenetrable, con el fin de que nadie pudiera hacernos daño. Con el objetivo de no ser la diana donde se claven las burlas, el maltrato, la sinrazón. Para que no nos señalen y no nos rechacen y así poder participar de una vida igual que el resto de los niños y niñas con los que compartimos. 

La sociedad nos marca unas pautas que nos vemos obligados a seguir, presionados por unas fuerzas sobrenaturales que se ceban con nuestras mentes. Queremos ser felices, pero no nos dejan. Hasta que no podemos aguantar mas y nos llenamos de valor y volamos por los aires las cerraduras de esa puerta que nos atrapaba. O volamos por los cielos de forma literal arrojándonos al precipicio y estallándonos contra el suelo, cortando nuestras venas, colgándonos del cuello o atiborrandonos con pastillas como han hecho cientos de chicos y chicas a los que nunca les llegaron a comprender. 

En un momento específico una circunstancia determinada es la encargada de decir: hasta aquí. Soy libre, soy gay y soy feliz. 

Ese momento, como ya dije, no es el momento del "descubrimiento", porque no se descubre nada que ya se sabe que existe. Es mas bien el del atrevimiento porque ya el del auto reconocimiento hace tiempo que lo hemos sobrepasado. Aquel momento en el que nos reconocemos a nosotros mismos como lo que somos es el más duro de todos, incluso más que aquel en el que decides contarlo. Porque es el resultado del conflicto interno que arrastras desde tiempo atrás, tiempo inmemorial del que no recuerdas cuando empezó a suceder. 

Es muy duro tener que esconder lo que sientes. Es muy injusto tener que hacer cosas que no quieres solo porque no quieres hacer daño a terceros. Sí, es muy injusto porque el daño te lo haces a ti mismo. Sacrificas tu propia vida por los demás, y pocos son los que reconocen después esa generosidad. 

Por eso hago un llamado a los heterosexuales del mundo: dejen ya de preguntarnos cuando hemos "descubierto" lo que somos. No hemos descubierto nada. Lo somos y punto, igual que ustedes son lo que son. 

sábado, 8 de agosto de 2015

Te recuerdo, Tab.


No pareció nunca que fuéramos compatibles. 
Tu calma contrastaba con mi locura.
Tu cuerpo menudo se alejaba de mis esquemas. 
Y tu delicadeza era un grave problema para mi hiperactividad.  

Tu piel oscura me invitaba a conocer lo prohibido 
y tus labios me llevaron a las profundidades de las junglas de Madagascar. 

Penetré en tu cuerpo una y otra vez hasta que el compás se hizo tan nuestro 
que el ritmo nos traía los más profundos gemidos y los suspiros más elocuentes, 
todo en medio de un mar de susurros como ese mar de África que baña tu isla. 

Y me seguías a donde quiera que iba.
Y me mirabas con ojos de amor hasta que tus grandes ojos iluminados encendieron mi corazón 
y lograste atraparme en los reflejos fulgurantes de tu sonrisa. 

Y era tu cuerpo el que me gustaba abrazar cuando nos dirigíamos al mundo de los sueños. 
Y era tu cara la que anhelaba ver cada domingo por la mañana. 
Y eran tus manos las que me gustaba sentir acariciando mi pecho 
y ver tu pelo planchado debajo de cualquier objeto que lo mantuviera en su sitio. 

Presumido, exótico y bello. 
Así te recuerdo, Tab, queriendo atrapar mi torbellino entre tus manos y finalmente rindiéndote a mi incapaz de parar este huracán que llevo por dentro y que explota en cada momento. 

Y quisiste despedirte, y fue memorable. 
Hicimos el amor como nunca antes.
Mis manos apretaban tu cuello mientras tu cintura se movía con ganas, sin miedo. 
Tus ojos en blanco me indicaban el buen momento 
y el alarido final cuando estallamos al mismo tiempo fue un canto de sirenas en plena emergencia. 

Y mis aguas inundaron tus adentros.
Y caí exhausto poseído por mil espasmos y un alivio indescriptible. 
Y me quede ahí, sobre ti. Abrazándote. 
Abrazándonos mientras nos besábamos y nos decíamos te quiero. 

miércoles, 29 de julio de 2015

Y vuelve y vuelve: la Reelección (enésima edición).

     Los dominicanos olvidamos muy pronto las graves consecuencias de los males que han asolado históricamente nuestro país. La memoria selectiva de la que hacemos gala nos dota de una capacidad única para borrar de nuestras mentes episodios verdaderamente desagradables y personajes tan funestos de nuestra historia nacional que resulta sumamente aterrador mirar desde fuera, abstrayéndonos por un momento, para ver cuáles son los resultados de esa situación. 

Por poner sólo unos cuantos ejemplos me referiré al General Pedro Santana, quien combatió valerosamente en la guerra de la independencia contra Haití, pero de cuya hoja de vida completa hemos borrado que él mismo dio uno de los primeros golpes de estado contra la estabilidad política de la incipiente República (el primero lo dieron los Trinitarios contra la Junta Central Gubernativa, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez), que vendió la República Dominicana a España firmando la Anexión, al tiempo que era nombrado Marqués de Las Carreras, título nobiliario creado para él en exclusiva por la Reina Isabel II. 

El hombre que impuso a la fuerza la incorporación del artículo 210 en la Constitución del 6 de noviembre de 1844, que le revestía de poderes ilimitados; el mismo que llevó al patíbulo a Maria Trinidad, a los hermanos Puello, a Duvergé, a Sánchez, el que expatrió a toda la familia Duarte y exilió a los trinitarios, hoy descansa en el Panteón Nacional de los héroes de la República al lado de aquellos a los que hizo tanto daño.

Santana inauguró los procesos reeleccionistas en República Dominicana, siendo Presidente en varias ocasiones, moda a la que se apuntó inmediatamente Buenaventura Báez quien después de un primer mandato logró la reelección en cinco ocasiones. 

Pero ellos no fueron los únicos en negarse a soltar La Ñoña, aunque es preciso señalar que algunos lo hicieron a razón del surgimiento de situaciones excepcionales que encerraban, generalmente, procesos de inestabilidad política, pero sobre todo por guerras entre caciques regionales que desataron cruentos enfrentamientos entre hermanos. 

Por ejemplo, Ignacio Maria González fue cuatro veces presidente; y detrás de él vino una inmensa pléyade de gobernantes reeleccionistas entre los que se encuentran José María Cabral, Cesario Guillermo, el dictador  Ulises Heureaux, Horacio Vásquez y Juan Isidro Jimenez, presidente de la República en dos ocasiones. 

Trujillo fue Jefe del Estado durante treinta años, aunque se escudara detrás de varios presidentes títeres durante ese periodo, como lo fueron su propio hermano Héctor Bienvenido Trujillo y Manuel de Jesus Troncoso; Joaquín Balaguer se sentó en la silla más de veinte años y allí mismo fue donde perdió la vista, mientras que Leonel Fernández, el último de la saga que hasta hace unos días pretendía reelegirse, suma, de momento, tres periodos.

En cualquier caso, la vena reeleccionista nos viene desde el momento mismo de la fundación de la nación y se presenta generalmente en personas que se erigen como únicos salvadores de la patria, que piensan que sin ellos todo se iría más a la mierda de lo que ya está. En definitiva, se creen (o más bien les hacen creer) que son dioses. 

Pero volviendo a la actualidad, la modificación de la Constitución de la República, votada por mayoría absolutísima de la Asamblea Revisora el pasado 13 de junio, encierra una serie de cuestiones que hay que explicar con detalle para alejar los fantasmas de la confusión que son muy propensos a aparecer en momentos como estos en los que se acercan las elecciones. O mas bien, a los mensajes de desinformación que parecen inocentes, pero que en realidad están hechos a conciencia con el fin de mentir deliberadamente.

Antes que nada quiero dejar bien clara mi posición respecto a la reelección presidencial para que no haya ningún género de dudas acerca de mis convicciones y que a nadie se le ocurra alegremente llamarme alguna cosa distinta a la que tengo como bandera. Soy peñagomista. Y como peñagomista soy anti-reeleccionista. Punto. 

Ahora bien, analizando la historia nacional, me parece absolutamente necesario fijar una posición respecto al tema que esté acompañada de una definición más acorde con nuestra realidad, con las acciones de nuestros dirigentes y, sobre todo, con los verdaderos deseos del pueblo dominicano. 

Es decir, como en nuestro país no será jamás posible eliminar la reelección presidencial, no solo porque se nos imponga desde las altas esferas gubernamentales u organizativas de los partidos políticos en los distintos momentos históricos, sino más bien porque la misma cuenta con un gran apoyo popular siempre que sale a relucir, entonces creo que lo más adecuado es el asentamiento definitivo en nuestro Ordenamiento Jurídico (y que lo asumamos ya como una realidad) de una limitación de mandatos que prohiba expresamente la perpetuación de una figura en el Palacio Nacional.

Esto significa que sea posible que un mandatario llegue a la silla, cumpla su período constitucional y tenga la posibilidad de (si así lo desea el pueblo mediante el voto) gobernar por un periodo más, de forma sucesiva o discontinua, tras el cual se tenga que ir a su casa, tal y como sucede en muchísimos países del mundo donde la limitación de mandato es una realidad que soluciona los problemas de cambios constitucionales a medida de las ambiciones de los gobernantes.

Dicho esto, paso a aclarar un punto: la modificación constitucional que se acaba de producir NO es un restablecimiento de la reelección presidencial. Los legisladores NO han firmado poner nuevamente la reelección en la Constitución, sencillamente por una razón: la reelección presidencial existe en nuestro país desde la modificación constitucional que alentó el Presidente Hipólito Mejía durante su periodo de gobierno 2000-2004, con la que se eliminó la limitación expresa que habíamos logrado los perredeistas en 1994 tras el mayúsculo fraude electoral contra José Francisco Peña Gómez.

La Constitución de 2010 firmada por el Presidente Leonel Fernández cambió las reglas del juego y propuso una fórmula en la que la reelección era perpetua, sin fin, a diferencia de lo hecho en 2002 y muy alejado de lo que se ha aprobado este 2015. 

Para que quede meridianamente claro: la modificación constitucional de hace unas semanas es una copia exacta de la que hicimos en el gobierno de Mejía. Por tanto, resulta cuanto menos curioso que quienes apoyaron dicho rompimiento con los principios básicos antireeleccionistas del Partido Revolucionario Dominicano y que se apresuraron a tirar por los suelos todo lo conseguido después de años de luchas contra los gobiernos balagueristas, sustentando una acción que no va en nuestro ADN revolucionario, hoy sean férreos defensores de lo contrario, solo porque quienes la propusieron son los seguidores del Presidente Danilo Medina, que no es uno de los nuestros. La incoherencia se ha apoderado de ellos hasta el punto de que han olvidado completamente que los culpables de que Leonel Fernández volviera al palacio presidencial en el 2004 fuimos nosotros mismos. 

Todos sabemos que hubo oposición dentro del seno del PRD porque los legisladores peñagomistas se negaron a aprobar algo por cuya prohibición José Francisco se dejó tanto. No obstante, la compra de voluntades (todos sabemos que se pagó con dinero en efectivo y con promesas de cargos en el tren gubernamental a mucha gente para que apoyaran la modificación constitucional) dio finalmente con su aprobación. 

Antes de fijar una posición tan importante como "reelección si, reelección no", quienes hemos tenido protagonismo en ello, tenemos necesariamente que revisar lo que hemos hecho, mirando a nuestro pasado reciente y asumiendo nuestras responsabilidades, que son muchas. Criticar por criticar sin haber mirado antes, al final nos deja despojados de toda razón porque la historia no es un cuento de hadas, es una realidad que nos pesa como losas. 

Hemos recuperado la reelección con limitación de mandato y para cualquier demócrata eso ha de ser un logro, nunca un handicap.