Como el dios de la guerra, siempre encendidos.
Así pasamos los días en estas cuatro paredes.
Encerrados en nuestros complejos y almidonados por kilos de orgullo y recelo.
No esperabas mas que un te quiero, pero mi boca no separaba mis labios, y mi corazón ardía de rabia al verte tumbado en la cama
Impasible, esperando.
Como Marte, siempre en guerra.
Y levantábamos nuestras armas y la pasión las derrumbaba.
Y la pelea acababa con los dos cuerpos, nuestras legiones sudorosas y agitadas.
Siempre en guerra...
Hasta que una bomba atómica lo destrozo todo y dejó el campo sin hiervas una mañana de un Martes.
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