¿Qué nos está pasando? ¿Qué es lo que sucede con el PSOE que no levanta cabeza? Desde luego, y a pesar de los altos índices de abstención en las elecciones en Galicia y Euskadi este #21-O, lo que parece más probable es que no terminamos de conectar con los ciudadanos.
Creo que la autocrítica que debemos hacernos los socialistas debe empezar por reconocer que no estamos haciendo bien las cosas. Los ciudadanos aún nos están pasando factura por los bandazos de la anterior legislatura, que sepultó a Zapatero después de haber encabezado uno de los mejores gobiernos de la democracia, por la desgracia de la crisis internacional y el estallido de la burbuja inmobiliaria.
Los socialistas no nos movemos de casa para ir a votar, y los votantes de izquierda que nos dieron su confianza en 2004 y 2008 se van a otras opciones que parecen defender con mayor ahínco los intereses generales de los españoles y las españolas.
Nuestros dirigentes utilizan un mapa obsoleto y una brújula dañada, que nos llevan sin rumbo fijo hacia no sabemos donde. El abismo es lo más probable. La sombra del PASOK ya no nos es tan desconocida. Y cada día aumenta el descontento, la indignación y la desmotivación de los militantes. Los simpatizantes son los mínimos y ya nos es complicado defender nuestro discurso, porque esa llamada "oposición útil" no nos hace bien.
El PSOE debe reinventarse, reorganizar su liderazgo y dotar de frescura al partido, porque somos los que hemos defendido las más avanzadas posturas sociales y somos el partido que más se parece a España. Si somos federalistas, hagamos federalismo. Si somos de izquierdas, hagamos izquierda.
Expiemos nuestros pecado, pidamos perdón y remendemos lo que hemos roto. Volvamos a ilusionar y a ofrecer un proyecto creíble y ejecutable, con la mirada puesta en la política social, en la defensa de la laicidad, en el bienestar social y en la España plural, diversa y multiétnica.
Al socialismo español le queda una cita por delante el 25-N en Catalunya, donde nuestros compañeros y compañeras del PSC se la juegan también. No esperemos llegar al final del camino sin tener una respuesta a los que aún creen en nosotros, pero a los que no hemos sabido, de momento, convencer.
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