La locura del dictador Trujillo y de algunos de sus predecesores por intentar "blanquear" la población dominicana toca directamente a los fundamentos de la República al otorgar casi de forma exclusiva los méritos de la independencia a Juan Pablo Duarte y Díez, que es, sin duda alguna, el ideólogo que encendió la mecha del republicanismo y quien organizó los movimientos clandestinos que dieron como resultado la proclamación de la separación de Haiti en 1844. Sin embargo, no deja de ser curioso cómo un hombre que al momento de proclamarse la República y estallar el conflicto bélico entre la incipiente nación y el gran y robusto ejército haitiano no se encontraba en la isla sea, a todos los efectos, el Padre de la Patria. Los méritos de Duarte no son discutibles, pero resultan interesados cuando se comparan con el arrojo y el valor de Francisco del Rosario Sánchez y Betancourt.
La comparación entre Duarte, criollo, hijo de una familia de comerciantes españoles acomodada y Sánchez, mulato, descendiente de libertos, puede explicar de alguna forma esa fobia de muchos historiadores y políticos dominicanos de tener a un afrodescendiente en lo más alto del Altar de la Patria. Pero el mérito es suyo y finalmente la patria ha sabido reconocerlo, a pesar de que los propios pintores se empeñen en recrear imágenes de Sánchez, el fundador de la República Dominicana, con varios chorritos más de leche en el café.
Sánchez se convirtió, tras la salida apresurada de Duarte al exilio, en el líder del movimiento clandestino que aprovechó las luchas del reformismo en el seno del gobierno haitiano y que provocaron el golpe contra Boyer y el encumbramiento de Charles Herard a la presidencia. Fue un hombre de movimiento y sumamente comprometido con el ideario republicano y bajo su mando se da fecha a la proclamación de la independencia que se hace en la Puerta del Conde, una de las entradas a la ciudad amurallada de Santo Domingo, y es quien iza por primera vez "la bandera cruzada".
Se convirtió en el primer presidente de la República al ser designado por sus compañeros "trinitarios" para dirigir la Junta Central Gubernativa provisional que se organizó la noche del 27 de febrero. Aunque por poco tiempo, porque tuvieron los independentistas que pactar con los afrancesados y los pro-españoles para mantener la estabilidad del nuevo estado, entregando la dirección de la Junta a Tomás Bobabadilla y Briones.
El principal líder de la independencia, el que proclamó la República, el Padre de la Patria, el primer jefe de estado de la República Dominicana era afrodescendiente. Pero no sólo Sánchez sufrió en carne propia las veleidades de los burgueses traidores a la patria. Otro vilipendiado fue Antonio Duvergé, héroe de la Batalla de Azua del 19 de Marzo de 1844, fusilado por órdenes de Pedro Santana, un hispanófilo acérrimo y blanco que se quedó con los méritos de aquella batalla y las luchas que se dieron por la Línea del Sur en la Primera Campaña de la independencia.
Buenaventura Báez, también presidente de la República, aunque sumamente afrancesado, era afrodescendiente, hijo de blanco y negra liberta. Gregorio Luperón, Ulises Heureaux, Pedro Benoit, entre otros, también lo eran. De lo que extraemos que no había un cierto impedimento para que los negros o los mulatos entrasen a formar parte de la vida pública ni desempeñasen sus profesiones en el ámbito privado (por ejemplo, Sánchez era abogado), cosa que justamente hay agradecer a los años de ocupación haitiana, ya que desde que las huestes de la vecina República traspasaron el Artibonito, en 1822, tras la fallida configuración del Estado del Haití Español proclamado en diciembre de 1821 por José Nuñez de Cáceres, se abolió definitivamente la esclavitud en la parte Este de la isla.
Los padres de la patria lucharon por una nación multicolor como lo es la República Dominicana, y se constata, desde entonces, la inexistencia de un racismo real, sino la concurrencia de un elemento identificativo diferenciador alimentado y pretendidamente justificado por las diferencias con la vecina República de Haití.
El afán de unos pocos por lograr una realidad inexistente hizo que "El Chivo", el gran distador, llegara al absurdo de ordenar la masacre de miles de ciudadanos haitianos y dominicanos negros. Esa locura procuró también reconocer a Sánchez (aunque quien realmente impuso su reconocimiento años antes fue el ex-presidente Lilís). Pero a un Sánchez más clarito de lo real y flanqueando a Duarte, en lugar de ser al revés, y al lado de Ramón Metías Mella y Castillo, otro blanco cullos méritos son puestos en tela de juicio por algunos historiadores quienes señalan que su puesto debería ocuparlo Luperón, el negro que lideró el movimiento en contra de la anexión española de 1861.
En la Puerta del Conde, en Azua y en la Guerra de la Restauración tenemos a tres afrodescendientes. Son los Padres de la Patria junto a tantos otros que dieron todo y sólo encontraron el destierro o la muerte misma.
La comparación entre Duarte, criollo, hijo de una familia de comerciantes españoles acomodada y Sánchez, mulato, descendiente de libertos, puede explicar de alguna forma esa fobia de muchos historiadores y políticos dominicanos de tener a un afrodescendiente en lo más alto del Altar de la Patria. Pero el mérito es suyo y finalmente la patria ha sabido reconocerlo, a pesar de que los propios pintores se empeñen en recrear imágenes de Sánchez, el fundador de la República Dominicana, con varios chorritos más de leche en el café.
Sánchez se convirtió, tras la salida apresurada de Duarte al exilio, en el líder del movimiento clandestino que aprovechó las luchas del reformismo en el seno del gobierno haitiano y que provocaron el golpe contra Boyer y el encumbramiento de Charles Herard a la presidencia. Fue un hombre de movimiento y sumamente comprometido con el ideario republicano y bajo su mando se da fecha a la proclamación de la independencia que se hace en la Puerta del Conde, una de las entradas a la ciudad amurallada de Santo Domingo, y es quien iza por primera vez "la bandera cruzada".
Se convirtió en el primer presidente de la República al ser designado por sus compañeros "trinitarios" para dirigir la Junta Central Gubernativa provisional que se organizó la noche del 27 de febrero. Aunque por poco tiempo, porque tuvieron los independentistas que pactar con los afrancesados y los pro-españoles para mantener la estabilidad del nuevo estado, entregando la dirección de la Junta a Tomás Bobabadilla y Briones.
El principal líder de la independencia, el que proclamó la República, el Padre de la Patria, el primer jefe de estado de la República Dominicana era afrodescendiente. Pero no sólo Sánchez sufrió en carne propia las veleidades de los burgueses traidores a la patria. Otro vilipendiado fue Antonio Duvergé, héroe de la Batalla de Azua del 19 de Marzo de 1844, fusilado por órdenes de Pedro Santana, un hispanófilo acérrimo y blanco que se quedó con los méritos de aquella batalla y las luchas que se dieron por la Línea del Sur en la Primera Campaña de la independencia.
Buenaventura Báez, también presidente de la República, aunque sumamente afrancesado, era afrodescendiente, hijo de blanco y negra liberta. Gregorio Luperón, Ulises Heureaux, Pedro Benoit, entre otros, también lo eran. De lo que extraemos que no había un cierto impedimento para que los negros o los mulatos entrasen a formar parte de la vida pública ni desempeñasen sus profesiones en el ámbito privado (por ejemplo, Sánchez era abogado), cosa que justamente hay agradecer a los años de ocupación haitiana, ya que desde que las huestes de la vecina República traspasaron el Artibonito, en 1822, tras la fallida configuración del Estado del Haití Español proclamado en diciembre de 1821 por José Nuñez de Cáceres, se abolió definitivamente la esclavitud en la parte Este de la isla.
Los padres de la patria lucharon por una nación multicolor como lo es la República Dominicana, y se constata, desde entonces, la inexistencia de un racismo real, sino la concurrencia de un elemento identificativo diferenciador alimentado y pretendidamente justificado por las diferencias con la vecina República de Haití.
El afán de unos pocos por lograr una realidad inexistente hizo que "El Chivo", el gran distador, llegara al absurdo de ordenar la masacre de miles de ciudadanos haitianos y dominicanos negros. Esa locura procuró también reconocer a Sánchez (aunque quien realmente impuso su reconocimiento años antes fue el ex-presidente Lilís). Pero a un Sánchez más clarito de lo real y flanqueando a Duarte, en lugar de ser al revés, y al lado de Ramón Metías Mella y Castillo, otro blanco cullos méritos son puestos en tela de juicio por algunos historiadores quienes señalan que su puesto debería ocuparlo Luperón, el negro que lideró el movimiento en contra de la anexión española de 1861.
En la Puerta del Conde, en Azua y en la Guerra de la Restauración tenemos a tres afrodescendientes. Son los Padres de la Patria junto a tantos otros que dieron todo y sólo encontraron el destierro o la muerte misma.
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