No es fácil muchas veces enfrentarse a la realidad. Ver tu cara de niño, tu sonrisa de siempre, constatar que sigues siendo, en cierto modo, igual que cada día. Pero darte cuenta de repente que tienes que cambiar el chip...que de hecho lo has estado cambiando, pero que a penas te has dada cuenta. Llegas a ese momento en el que estás mucho más lejos de los veinte, y acercándote peligrosamente a los "ta" (treinta, cuarenta,...). Llega el momento de la responsabilidad, si es que aún no la has experimentado. Llega ese momento. Un cuarto de siglo. No puedes escapar.
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