Desde que la ONU partiera en dos el territorio palestino para dotar de un Estado al pueblo israelí que se encontraba disperso por el mundo, después de las tantas intervenciones y ocupaciones a lo largo de la historia de los territorios de la antiguo Canaan, la región no ha encontrado muchos momentos de paz.
Las constantes ocupaciones israelíes de los territorios palestinos y el desconocimiento de estos últimos de la legitimidad del Estado de Israel han provocado una serie de enfrentamientos que han continuado a pesar de los Acuerdos de Oslo, en los que se puso en marcha una hoja de ruta para la retirada de los territorios ocupados durante la Guerra de los Seis Días, que llevaría al reconocimiento del Estado Palestino, interinamente gobernado desde hace años por la Autoridad Nacional Palestina.
El liderazgo del dirigente de la OLP (reconvertida posteriormente en ANP) Yasir Arafat y del Primer Ministro israelí, Isaac Rabin, fue determinante para la firma del tratado de paz en 1993. Pero este último fue asesinado por extremistas israelíes en 1995, cuestión que dio un duro golpe al proceso de paz, junto con una serie de atentados protagonizados por militantes de Hamas.
Reino Unido, gran responsable de la situación producida en 1947, todavía a día de hoy se niega a reconocer a Palestina como un estado ante las Naciones Unidas. EEUU, que guarda una especial y estrecha relación con los judíos, no se atreve a mojarse, a pesar de todos los pronunciamientos en favor del pueblo palestino salidos de la boca del Nobel de la Paz Barack Obama.
La Comunidad Internacional, sin embargo, en su inmensa mayoría reconoce a Palestina como un Estado más, y propugnan por su integración en la ONU. La votación para que eso suceda, aunque sea sólo para que los palestinos entren como observadores, está a punto de producirse, hoy 29 de noviembre, Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino.
España, por supuesto, votará a favor de la incorporación de Palestina como Miembro Observador de la ONU; aunque hace una extraña solicitud a la ANP, y es la de no llevar a Israel ante el TPI si se demuestra que Arafat (que ha sido exhumado estos días para practicarle una serie de pruebas a su cadáver) haya podido ser envenenado con polonio por orden de Israel, cosa que podría si es aceptada por los Estados miembros de la ONU.
Han tenido que pasar muchos años para que podamos ver a Mahmud Abbas pronunciar, por fin, el primer discurso en nombre de su país como parte del gran club de las naciones del mundo. Hemos tenido que asistir en directo a las últimos bombardeos de ciudades palestinas y ver el drama de los ciudadanos de la Franja de Gaza y Cisjordania. Hemos visto cómo edificios enteros han sido arrasados por las bombas, sin tener en cuenta que habían niños, mujeres, ancianos, ciudadanos normales y corrientes que sólo quieren vivir en paz en su tierra. También hemos visto la muerte en el lado israelí a causa del extremismo islamista.
Nada justifica tantas muertes, y menos cuando se hacen desde un nivel de superioridad como el que ostenta Israel respecto a Palestina, y mucho menos cuando se ciegan para siempre las vidas de miles de personas sólo porque el hombre no es capaz de ponerse de acuerdo.
Yo, que soy un ciudadanos del mundo, que he nacido en una isla en medio del gran Océano Atlántico, que he emprendido el vuelo hacia la Vieja Europa....yo que soy de aquí y de allá manifiesto que también soy palestino. Y pido, como tantos millones de voces, el respeto a los derechos humanos que están siendo constantemente violados en la zona. Pido, como tantos otros, que la ONU y los países que defienden la libertad, apliquen la legislación internacional y acuerden crear un Estado Palestino dentro de las fronteras de 1947.
Es lo justo, es de ley.
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